viernes, 3 de febrero de 2012
Las "violaciones correctivas" en Sudáfrica no cesan
Las lesbianas del país africano que, pese a tener una ley que permite el matrimonio homosexual, también sufre de una gran homofobia por parte de la sociedad, viven con miedo a estas “violaciones correctivas” que se han convertido en una práctica habitual.
Millicent Gaika fue maniatada, torturada y violada durante cinco horas por un hombre que aseguraba estar “curando” su enfermedad. Sobrevivió a duras penas pero el de Gaika no es un caso aislado. Las violaciones correctivas se han convertido en algo habitual en Sudáfrica, país en el que las lesbianas viven aterrorizadas ante la posibilidad de ser víctimas de esos ataques. Pese a todo, aún nadie ha sido condenado en ningún caso de violación correctiva.
Un grupo de activistas de una casa-refugio en Ciudad de Cabo están arriesgando su seguridad y su integridad física para conseguir que el caso Millicent sirva para lograr cambios. La llamada de atención sobre el Ministro de Justicia ha logrado más de 140.000 firmas, lo que le ha forzado a aparecer en la televisión del país. Pero el Ministro aún no ha se ha posicionado con respecto a las demandas de acción por parte del colectivo de mujeres.
Las “Violaciones correctivas” se basan en la estrafalaria idea de que una mujer lesbiana puede convertirse en heterosexual si es violada. En Ciudad el Cabo se registra más de una de estas violaciones por día y la impunidad de los perpetradores sigue siendo la tónica común ya que este crimen ni siquiera se lo considera “crimen de odio”. La semana pasada, el propio Ministro Radebe insistió en que el motivo es irrelevante cuando se trata de crímenes como la violación correctiva.
Sudáfrica es conocida como la "Nación del Arco Iris" y ha levantado la admiración mundial por sus esfuerzos en la lucha contra la discriminación tras el periodo del 'apartheid', siendo el primer país cuya constitución estableció la protección de todos los ciudadanos contra la discriminación por motivos de orientación sexual. Paradójicamente, Sudáfrica también se ha convertido en la capital mundial de la violación. Una niña sudafricana tiene más posibilidades de ser violada que de aprender a leer. Puede parecer increíble pero una cuarta parte de las niñas sudafricanas son violadas antes de cumplir los 16 años.
Los expertos tratan de buscar las raíces del problema: la percepción de la existencia de unos “derechos” masculinos (el 62% de los chicos mayores de 11 años creen que forzar a alguien sexualmente no constituye un acto de violencia), el empobrecimiento, los asentamientos superpoblados, el número de hombres desempleados y excluidos, la aceptación por parte de la comunidad. Y, en los pocos casos en los que las agresiones se denuncian ante las autoridades, se encuentran con una respuesta policial lamentable y unas decisiones judiciales excesivamente permisivas.
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