viernes, 3 de febrero de 2012

Los refugiados africanos en Israel



Un estudio preliminar realizado por el Centro Internacional Feinstein
(Universidad de Tufts) en noviembre de 2010 exploraba la interrelación entre
las migraciones, el reembolso de la deuda, las remesas y los empleos de los
solicitantes de asilo sudaneses y eritreos en Israel.1
Los refugiados africanos empezaron a
migrar en 2006 hacia Israel cruzando
la Península del Sinaí en busca de asilo
y trabajo, incrementándose su número
en 2007.2 A finales de 2010 la cifra
de migrantes procedentes de África
en Israel había aumentado a 33.273
personas, desde las 17.000 del año 2008,
registrándose en noviembre el mayor
número de llegadas.3 La mayoría de los
recién llegados huían de la desesperación
y buscaban protección (no sólo empleos)
en Israel. Los eritreos y los sudaneses
conforman los dos mayores colectivos
africanos en Israel. La mayoría disponen
de protección temporal en forma de
“visados condicionales 2A5” renovables
cada tres meses, pero viven bajo la
amenaza constante de que la protección
sea revocada. Pese a que oficialmente
los titulares del visado no disponen
de permiso para trabajar, algunos
empleadores pasan por alto esta norma.
Los solicitantes de asilo financian sus
viajes de diversas maneras. La mayoría
piden dinero prestado a familiares y
amigos para pagar a los traficantes que
les llevarán a Israel y, después de cubrir
sus necesidades básicas, saldar esta deuda
se convierte en una prioridad. Todo el
dinero que les sobra lo envían a familiares
en su país de origen, aunque la mayoría
no dispone de excedente para enviar.
Muchos migrantes comenzaron su viaje
por una cantidad acordada pero luego
pasaron a manos de otros grupos que
exigían un pago adicional. Hemos oído
casos en los que grupos de sudaneses y
eritreos en Israel han tenido que reunir
dinero para pagar un rescate y liberar a
un amigo o pariente retenido en el Sinaí.
La mayoría de migrantes piden dinero
prestado antes de su partida, aunque
hemos escuchado historias de personas
que había emprendido su viaje a Israel
a sabiendas de que carecían del dinero
suficiente para sufragar el trayecto
completo. Una mujer confesaba que si le
hubiese pedido a su familia el dinero para
el viaje por adelantado no se lo habrían
dado, pero ella sabía que sí lo harían
si llamaba cuando estuviera en apuros
durante el trayecto. Pensó que merecía
la pena correr el riesgo de quedarse
sin dinero porque llegar a Israel era su
mayor esperanza de ponerse a salvo.
Poder llegar a Israel se está convirtiendo
en algo cada vez más caro y peligroso. Se
han denunciado casos de graves abusos y
torturas por parte de traficantes beduinos
en el Sinaí - violaciones, secuestros y
asesinatos- a quienes no podían hacerse
cargo de los pagos adicionales. Las
personas entrevistadas declararon que
los traficantes les habían llevado hasta un
radio de 50 metros de la valla fronteriza
y luego les dijeron que corrieran y la
escalaran. En la etapa final del viaje
varios centenares de migrantes han
muerto tiroteados por la policía egipcia.
¿Migrantes económicos o
solicitantes de asilo?
El Gobierno israelí alega que la mayoría
de los que entran en el país son migrantes
económicos más que solicitantes de asilo
y, de hecho, muchos de los entrevistados
reconocieron haber llegado porque no
podían mantenerse a sí mismos y a sus
familias en Eritrea y Sudán. Sin embargo,
la persecución y la falta de sustento están
íntimamente relacionadas en estos países,
donde es una combinación de factores
la que influye en la decisión de migrar.4
Todos los entrevistados mencionaron
su deseo de ganar dinero y enviarlo a
casa, pero no se citaba este factor como
la principal razón para marcharse;
estaban huyendo de una situación
“muy grave” en su país de origen.
Los recién llegados a Israel intentan
encontrar trabajos temporales o por días
a través de agencias de empleo o en la
esquina de Levinsky Park, al sur de Tel
Aviv. Muchos no encuentran trabajo
y a muchos otros se les paga mal o ni
siquiera se les paga por la labor realizada,
lo que pocas veces es denunciado. A
finales de 2008 fue cuando el Gobierno
comenzó a garantizar la protección
temporal de eritreos y sudaneses y, desde
entonces, algunos solicitantes de asilo
han abierto pequeños negocios como
restaurantes, cibercafés y tiendas de
ropa orientados a la clientela africana.
Los recién llegados expresaron su alivio
por permanecer a salvo en Israel y
muchos de los entrevistados declararon
que apreciaban la falta de acoso policial
y el entorno seguro en general. Aunque
también manifestaron su frustración por
ser incapaces de ganarse el sustento.
Implicaciones
Israel se considera un destino de
emergencia; los refugiados que se
trasladan a este país no disponen de
suficiente dinero o contactos para llegar
a Europa o América y parece que el
número de solicitantes de asilo va en
aumento. El Gobierno israelí debería
aclarar su política de asilo y definir la
protección temporal y las condiciones bajo
las que tal protección podría revocarse.
Consideramos que a Israel le interesa
incluir los derechos socioeconómicos de
los titulares en los visados temporales de
protección. Garantizar a los solicitantes
de asilo el derecho a trabajar estaría en la
línea de los estándares sobre refugiados
y reduciría la cantidad de recursos
estatales necesarios para mantenerles
en los centros de detención. Si los
solicitantes de asilo tuvieran derecho a
trabajar, podrían contribuir tanto en la
comunidad israelí, como en sus lugares
de origen. En la actualidad el Gobierno
planea tomar medidas para bloquear las
llegadas —entre ellas la construcción
de una valla en la frontera de Israel con
Egipto, construir un centro de detención
con capacidad para 10.000 personas
en Negev e imponer sanciones a los
empleadores— pero no parece que estas
medidas vayan a frenar los flujos de
migración. En todo caso, los solicitantes
de asilo emprenderán trayectos por rutas
cada vez más peligrosas. Las redes de
contactos afianzadas, así como las rutas
trazadas por los traficantes, facilitarán
la continuación de las llegadas aun
cuando los riesgos sean mayores.
Al mismo tiempo que redactamos
este artículo (febrero de 2011) se están
produciendo dos acontecimientos
políticos que tendrán importantes
ramificaciones para la migración africana
en Israel. El resultado del referéndum
de enero en Sudán del Sur a favor de
la secesión del país y el consecuente
nacimiento de este nuevo Estado en julio
de 2011. Según parece, pequeños grupos
de sudaneses del sur han retornado
voluntariamente a sus hogares desde
Israel y parece que este movimiento de
retorno va a continuar. La creación del
sureño Estado de Sudán del Sur podría
reducir la futura migración desde el
sur, aunque es poco probable que vaya
a influir en las personas que huyen de
Darfur. En segundo lugar, los cambios
políticos de febrero de 2011 en Egipto
crean un espacio para que su nuevo
Gobierno pueda abordar las graves
violaciones de los derechos humanos que
se cometen en el Sinaí y en la frontera
con Israel. Falta por ver en qué medida
estos cambios radicales influirán en
las rutas de los traficantes egipcios.

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